Ratas, neumáticos, bolsas de basura, perros muertos y
desechos industriales, arrastra a su paso el Rio Salado. Trae consigo los
desechos de Mitla, Díaz Ordaz, Santa Ana del Valle y otros pueblos de los
Valles Centrales de Oaxaca. También los desechos de Ciudad Administrativa. El
hedor a cien metros es insoportable.
No siempre fue así. Hace algunos años, el Rio Salado era un
hermoso río. No hace mucho, veinte años tal vez, era sinónimo de verdor.
Variadas especies de aves y peces podían verse en las márgenes fluviales. Ahora se ha convertido
en un espumoso y pestilente vertedero de desechos.
La historia del Rio Salado —uno de los dos ríos que circundan
la Ciudad de Oaxaca— es la
historia de los ríos que bordean las ciudades: son los conductos por los que los conglomerados humanos tiran sus desechos sin tratamiento a la naturaleza.
La inacción de las autoridades es terrible: en la Profepa sólo
existen tres expedientes con denuncias por contaminación a las que no se les
dio seguimiento. La Conagua aún cuando reconoció la contaminación informó que
ha realizado algunas pobres acciones en el papel que no se traducen en resultados
concretos. Las autoridades municipales y del Poder Ejecutivo negaron tener algo
que ver en el tema y aventaron el asunto a Conagua.
Pero Litigio Estratégico Indígena A.C. (LEI. A.C) no estuvo
de acuerdo con la contaminación del Río Salado. Aprovechando las nuevas
posibilidades que la Nueva Ley de Amparo de 2013, otorga para judicializar derechos
económicos y sociales, Carlos Morales Sánchez, abogado de LEI, A.C. con Cecilia Ruíz, una estudiante indígena de la UABJO
promovieron un amparo argumentando que la contaminación del río (por acción o
inacción de las autoridades) viola los derechos humanos a la salud, a la justicia ambiental y al medio ambiente adecuado para el desarrollo y
bienestar.
El juez federal en primera instancia negó la protección federal en el Juicio de
amparo 1798/2014. Ante la negativa, Litigio Estratégico Indígena A.C. recurrió
tal determinación.
Después de muchos esfuerzos, el recurso de revisión del
juicio de amparo, fue atraído por la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(solicitud de atracción número 425/2015 de la Segunda Sala)
Ahora, la pelota está en la cancha de la Suprema Corte. El
tribunal de la República deberá decidir ahora si el juicio de amparo puede ser
el medio para salvar a un río, si una decisión
judicial puede revertir el deterioro ecológico, si el juicio de amparo puede
ser un verdadero instrumento de defensa en materia ambiental.
El Máximo Tribunal del país deberá resolver si el Río Salado seguirá
siendo el canal de desagüe de la ciudad de Oaxaca o si tiene otro destino. El
rescate es necesario: no es sólo por los oaxaqueños, es por los hijos de los oaxaqueños, por las generaciones venideras, a las que debemos propiciar un futuro mejor.